viernes, 15 de mayo de 2015

“Una Revolución solo puede ser hija de la Cultura y de las ideas”.

“Una Revolución solo puede ser hija de la Cultura y de las ideas”.
Fidel Castro Ruz

Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, 3 de febrero de 1999.

Cuando se habla de una Revolución, pensamos en una contienda, y ciertamente, una revolución conlleva a una lucha, a una batalla, y por consiguiente a un cambio. Sin embargo, lo que se plantea no es una lucha a mano armada, machetes y cuchillos, pistolas y fusiles; lo que se plantea es una Revolución en base y cimientos en la Educación. Ya que es la misma educación la que fundamenta las ideas de la propia cultura. Un pueblo educado, es un pueblo consciente, un pueblo educado, es un pueblo empoderado, en fin, un pueblo educado es un pueblo que progresa.

La educación en una nación significa individuos con ansias de trabajo digno, con costumbres benévolas, que respetan las leyes y a sus comunes, que cuidan y aportan a la preservación del medio ambiente, que entienden lo importante que es la institucionalidad, que comprenden que la seguridad viene de la mano de la igualdad, que estos individuos, hombres y mujeres, saben que la salud, como necesidad básica y pública, debe sanearse, que añoran que la clase política de estos tiempos sea diferente, que tenga el corazón en el pueblo y los oídos en sus lamentos.

Nada más lejano de la realidad, salvo honrosas y muy pocas excepciones. Una revolución procreada por las ideas y la cultura, hija de la educación, aduce a hacer cambios estructurales de pensamientos profundos a lo contractual, no solo a nivel político, sino social e individual, pues si se analiza como el causante del mal general que se vive, de inseguridad, desempleo, insalubridad, inconsciencia e inconformismo, nos daremos cuenta que dichos males provienen y emanan desde la misma sociedad, que es carente de iniciativas y que achaca dichos males al sistema de gobierno, a los políticos y a la desigualdad social y económica que existe en la actualidad, cosa que también hay que admitir.

Sin embargo, cuando se remueven los espacios más recónditos de la conciencia, en donde habita la vergüenza ajena y el pudor propio, nace la chispa del cambio. Cambio que lleva a hallar o reencontrar el camino que guía al ser humano a buscar el bien común. Cuando se habla de una revolución ideológica, se trata de derrumbar los cimientos de la sociedad actual en su totalidad, en el entendido que la misma esta marchita, aquellos que plantearan dichas ideas progresistas, ganarán muchos adeptos, pero se harán de muchos más enemigos y detractores.

El cambiar una sociedad a nivel ideológico se ha suscitado varias veces en los anales de la humanidad; se dio en las tribus al instaurarse la agricultura y la domesticación, se dio al forjarse las primeras leyes compiladas en Códigos, paso cuando surgieron los imperios, al llegar las ideas de expansión, y ni hablar de las luchas Independentistas e Ilustradas; las cuales se libraron por el mismo despertar de las ideas de cambio, las misma que tienen su base en la comprensión del estado en que se vivía y que se necesitaba un cambio abrupto a lo que en aquellos tiempos era la instauración de una soberanía, que trajo con ella libertades; libertades que hoy día se ven echadas por suelo.

Con la soberanía como reconocimiento y la soberanía de acciones por parte de los individuos (algunos le llamarán libre albedrio), también nacen los grandes males, también la cultura y las costumbres se lesionan al adoptar normas o vivencias que en una nación no pueden ser su regla, por la misma falta de entendimiento sobre esa transculturación. Dónde quedarían las letras, el arte, la música, las buenas costumbres y las normas que dicta el derecho Consuetudinario, si estas obras y vivencias son denostadas y vituperadas por las personas que fueron objeto de la transculturación y que efectivamente es esto que transmiten a sus descendientes propios. Cómo se saldría de ese círculo vicioso, cómo romper ese esquema; la respuesta es simple, con Educación. Una educación responsable, pragmática, constante, inclusiva y de acceso público y total.

Existen los medios y los recursos para que en el siglo XXI no exista ningún individuo, de ningún país del mundo que no esté alfabetizado; mas la alfabetización sería una de las últimas cosas en que pensar cuando existen problemas de salud, epidemias, hambre, opresión, delincuencia, sicariato, drogas, consumismo, guerras, perversión e individualismo.

Y aun se sigue planteando la misma pregunta, esto es lo que se quiere para la sociedad existente y la venidera, es lo que merecen los hijos y nietos de las personas de hoy día.

En 1919 Alemania fue la nación  derrotada en la Gran Guerra (1914-1919), se vio inmersa en pobreza y destrucción, sin recursos, sin embargo se repuso. En 1933 aparece un personaje que vino a cambiar progresivamente la mentalidad de los alemanes hasta llevarlos a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), pero cómo lo pudo hacer; pues lo hizo mediante la siembra de una idea, un lavadero de cerebros genuino, Alemania una vez más pierde la guerra y otra vez cual ave Fénix se recompone y se moderniza, siendo hoy una de las naciones que mas cerebros lucidos provee en provecho de Europa y el mundo, esto solo se logra con Educación.

La educación la base de todas las sociedades, debe plantearse comenzar desde cero, replantear y organizar una currícula educativa compleja, en base a valores y acción de bien común, en base a las ciencias humanísticas y especializadas, de esta manera no solo cambiará la clase política que tanto se habla, se llegará a cambiar y a revolucionar todo.

Ya no se hablará de una revolución, sino de una verdadera evolución hacia un estado de cosas prístino, sin manchas, una sociedad educada con sus mismas libertades, pero sin menos males que la aquejen, habrán individuos que fallen, pero serán más aquellos que tengan conciencia, llenos de amor al progreso y no solo a lo material. Así no habrán tantos asesinatos, dependencia, adicción, embarazos no deseados, enfermedades que podían ser prevenidas, desfalco, robo, hambre y al final desconsuelo.

La gran interrogante sería la siguiente: están dispuestos los individuos de una nación a dejar sus libertades por su seguridad…La única respuesta seria sencilla: Lavarles el cerebro, RESET.

Krishna E. Rodríguez Pineda

No hay comentarios:

Publicar un comentario